Las Pintas
está atravesando una contingencia por los altos niveles de contaminación
del aire. El año pasado registrado niveles Imeca (Índice Metropolitano
de Calidad del Aire) superiores a 100, el grado a partir del cual se
define como mala la calidad del aire, llegando incluso hasta 200. En la
semana pasada varios días el Imeca rebasó este nivel crítico en esa zona
del municipio de El Salto, en el sur de la Zona Metropolitana de
Guadalajara.
Las autoridades competentes, en particular Semades,
declararon a los medios que tienen claro cuáles son las fuentes de esa
contaminación: operación de ladrilleras y fundidoras, y quemas de
pastizales, como también especificó en una entrevista a El Informador,
Mónica Reyes, directora de planeación ambiental de la dependencia
estatal.
Descargar la culpa de esta contaminación, que en días supera
a la de toda la Zona Metropolitana de Monterrey o del Distrito Federal,
sobre las 18 ladrilleras que operan entre El Salto y Tlaquepaque, es
como querer tapar el sol con un dedo.
Arturo Curiel Ballesteros,
investigador del Departamento de Ciencias Ambientales, del CUCBA,
explica que en toda la zona metropolitana se respira una mala calidad
del aire: “Si tomamos en cuenta todas las estaciones de monitoreo que
tenemos en la ZMG, todas rebasan los promedios anuales deseables que
maneja la OMS”.
La situación particularmente crítica que está
viviendo el sur, donde hay una exposición mayor e implicaciones más
severas a la salud, se debe a dos factores: “Primero, por el movimiento
del viento. No es que necesariamente en Tlaquepaque o en Las Pintas haya
más emisiones, sino que las emisiones que genera la ciudad se arrastran
a ese espacio”.
El segundo, continúa, es la orografía de la zona,
“que forma esa cadena de volcanes que está dentro de la ciudad (la parte
del cerro del Tesoro y del cerro del Cuatro), que modifica el
movimiento del viento y hace que se queden retenido los contaminantes”.
El
director del Instituto de Astronomía y Meteorología, Hermes Ramírez
Sánchez, coincide con Curiel Ballesteros: “Mucha gente cree que la
contaminación se crea en el punto donde se registra, y eso no es
correcto. El problema no existe sólo en Las Pintas, sino en todo el
sureste de la zona metropolitana: Tlaquepaque, Loma Dorada, Tonalá, pero
llegan allí los contaminantes, porque no hay suficiente cantidad de
viento para sacarlos fuera de las montañas y por la condición de
inversión térmica que es típica de esta época”.
Los contaminantes
registrados en especial en ese periodo y que se encuentran ahora en gran
cantidad en el sur de la ciudad, son los Pm10, materiales particulados
que tienen una dimensión menor a 10 micras, y que son originados tanto
por emisiones vehiculares, industriales y de quemas, y también por
materiales orgánicos, como polen y heces disecadas. Algunos de ellos
comportan graves riesgos para la salud, ya que por sus dimensiones
logran filtrarse en el aparato respiratorio y en el torrente sanguíneo.
“En
la UdeG hicimos un diagnóstico acerca de dónde proviene el material
particulado y de sus fuentes”, explica Curiel Ballesteros. “Encontramos
que la principal es el parque vehicular. La segunda fuente, que es
esporádica, porque no siempre aparece, son los incendios forestales
—cuando se presentan son la principal—, y la tercera son las emisiones
industriales”.
Agrega: “No estoy diciendo que las ladrilleras y
otras fuentes industriales no sean un problema, pero si tuviéramos un
éxito rotundo en eliminar esta parte, no sería suficiente para resolver
el problema del aire en Las Pintas y en la ciudad”.
Asegura que en
términos de medidas de contingencia, “si queremos resolver el problema
de Las Pintas, tenemos que resolver el problema de la ciudad, y si
queremos mejorar el nivel de calidad del aire de la ciudad, debemos
resolver en particular el problema del parque vehicular y reducir los
incendios forestales”.
Lo que agrava la situación en Las Pintas,
concluye, “es que hay una población más vulnerable, por los
asentamientos irregulares que están sometidos a muchos efectos del
deterioro ambiental: a la contaminación del aire, del agua por la Cuenca
del Ahogado y a la contaminación de alimentos. Debiera existir una
preocupación importante para reducir la vulnerabilidad y la exposición a
esos contaminantes, y llamar a la solidaridad a todos los que vivimos
en la ciudad, para reducir estas emisiones, que a fin de cuenta van a
dar allá”.
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